sábado, octubre 31, 2009

OBAMA Y EL PESO DE LA PAZ




Luego que el mundo se enteró que Barack Obama recibió el Premio Nobel de la Paz hubo una verdadera revolución de extrañeza social en el mundo. No muchos entendimos la posición de los académicos suecos ¿cuál fue el motivo para que el primer presidente negro de Estados Unidos reciba el galardón?
Permítanme conjurar lo ya conjurado, seguramente. Esto es lo que creo: La Academia sueca pensó como un profeta, y encontró en Obama un consuelo oportuno luego de que el mundo vivió la era Bush y los momentos más intransigentes de ese gobierno con aires fascistas, profundamente conservador y narcisista.
Obama llega a suavizar el rostro Bush con su sonrisa “Kolinos”, con su “feeling” galanesco y su carisma radiante nos conquistó a casi todos. Obama llega justo en la época en que se cayó “el muro” capitalista, aparece como “El salvador” del mundo, como profecía de Martin Luther King. Su figura negra enloquece a USA, país que ha vivido aislado de todo, menos de sí mismo.
En la tierra de Chomsky, Woody Allen, Oliver Stone (enormes críticos de su idiosincrasia) y de la “coca cola”, el “chicle” y los "malls", Obama aparece y se vuelve el Mesías del imperio, el que va a salvar a su pueblo y, claro, de relancina nos va a salvar a todos de una vez. A la larga todos somos cómplices de su premio. Todos lo hicimos “ideal”: un presidente de raza negra, con una enorme popularidad, con un discurso renovado y ganas de cambiar el curso de la historia. Todos nos decíamos felices: él impedirá la guerra, él hará de Fénix en Afganistán e Irak; él no se entrometerá en los problemas de los otros, él hablará con Latinoamérica, él desbloqueará Cuba, él dejará de tener deudas morales con la antigua Unión Soviética, con Vietnam, con Hiroshima y Nagasaki; él entregará las armas nucleares que atesora su país, así como exige a los otros países del mundo hacerlo. Todo esto pensamos, y esto debió pensarlo también la Academia sueca. Pero nada de esto ha pasado. Solo espero que el peso del Premio Nobel de la Paz recaiga en Obama como una cruz, la comience a cargar hasta llegar al calvario y sea un compromiso con el mundo.

LA SELECCIÓN Y LA PATRIA




A mí no me gusta el fútbol. Nunca me gustó, sin embargo, el gran caudal de información que nos ha inundado en los últimos años sobre nuestra selección ha llevado a interesarme en él. He sido participe, como todo el Ecuador, de las dos clasificaciones de la selección a los mundiales últimos. He vivido con cierta intensidad los partidos y me he emocionado, muchas veces hasta la lágrimas.
Los últimos sucesos vividos con la selección también me han conmovido y me ha decepcionado la hinchada, más no la selección.
De lo que he podido escuchar a los expertos, la madurez de una hinchada es un proceso de triunfos y derrotas, de grandes expectativas y enormes vicisitudes. El fútbol es como la vida, y uno no puede siempre ganar, inclusive para tener un sabor más especial en la boca.
En estos días he oído muchas cosas, por ejemplo que la selección tenía la obligación de ganar los encuentros porque era su cancha, era la historia, era la patria. Qué terrible compromiso, que fatua concepción. Jorge Enrique Adoum dice que solo el fútbol y la guerra ha logrado aglutinar al país y ha sentido en colectivo un espíritu patriótico verdadero. Pero el rato en que las cosas no salen como uno quiere y cree, entonces el mundo se nos va de las manos, se nos acaba el “patrioterismo” y nos desinflamos. Galeano afirma que el fútbol es la mejor forma de identificar la idiosincrasia de un pueblo. En una cancha de fútbol está presente siempre lo mejor y lo peor de una nación.
Qué terrible inmadurez a la hora de perder, como si los jugadores tendrían la obligación de ganar y qué en lugar de ello, hubiesen buscado las mejores estrategias para perder. Mi generación “jugaba como nunca y perdía como siempre”. Estas nuevas generaciones se han acostumbrado a ser ganadores. Y está bien, pero uno no puede esperar que las emociones se vuelvan tan cotidianas.
Gracias a la selección hemos conseguido unirnos. Eso no lo ha hecho ni el Obispo, ni la democracia, ni el regionalismo, ni nada. Solo el fútbol, que de fiesta puede tranquilamente volverse una guerra. Y hay que recordar que la guerra también une.

MERCEDES DEL ALMA




La voz de Mercedes Sosa debe figurar entre las voces más intensas y perfectas del mundo. Salía resonante, como un cañón, y dejaba su eco en todo el ambiente. La oímos todos, en todas las generaciones. No había opción, ella cantó para todos los gustos: de su boca salían las canciones de Atahualpa Yupanqui, y las de Alberto Spinetta; entonó los clásicos de Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat, e hizo dúo con las voces de Gustavo Ceratti y Fito Páez. Entendemos a esta mujer como la VOZ más pura de América, como que una gran canción debía pasar por el escáner de su tono, debía figurar en su ritmo, debía entonarse en esa explosión tucumana que fue, que es y que será.
Hace pocos días una ex alumna mía, sensible, inteligente y generosa, me obsequió el disco “Cantora” de la “Negra”, allí está su voz mezclada con voces tan disímiles como las de Shakira, Julieta Venegas, Diego Torres o Jorge Drexler, entre otros. Sé que hay un segundo disco en donde canta con Franco De Vita, Daniela Mercury, Vicentico y otros. A la negra le iba todo tono. Quien cantó con ella se debía preparar para el anonimato de su voz, para que su voz se pierda en ese eco interminable de Mercedes.
Si Violeta Parra fue la compositora de América, Mercedes fue la voz. Nadie cantó mejor y con tanta pasión el canto a un continente; nadie alzó tanto la voz para gritarle al mundo las ganas de libertad. Nadie tuvo tanta entereza, tanta gravitación. Mercedes es una cantora, pero también tiene alma de libertaria. Me da la impresión de estar hablando de una Manuela Sáenz, de una Flora Tristán, de una Malinche contemporánea. Como ella no hay dos, ni hubo una, antes. Hay voces hermosas, pero nadie tiene el compromiso de fe con el talento. Ella fue la palabra de otros en la voz más bella de América.
Por eso te han querido todos, mi negra Sosa: Los Charlies, los Fitos, los Cerattis, los Sabinas, los Serrates, los Atahualpas. Por eso han declarado un duelo en el corazón y están con el dolor en la epidermis los jóvenes, los viejos, los blancos, los negros, los anglos, los indios, los ricos, los pobres. Es que tu voz, Mercedes Sosa, es el nombre de América.
Ahora solo te toca vivir la inmortalidad, negrita.

El diablo los “UNE”




Yo siempre quise ser profesor desde mi más tierna infancia. Evalué a todo lo que podía. Califique sobre 20 a las plantas, a las paredes, a los periódicos. Más tarde jugué a la escuelita con mi hermana, con mis vecinos, con quien llegará a mi casa. Llevaba la profesión en mis arterias. Más tarde comencé a imitar a mis profesores, luego estudié y, finalmente, comencé a dar clases. Llevo ya casi 15 años enseñando lenguaje, literatura y filosofía. Y soy feliz en esta profesión.
Sin embargo, al recorrer el camino, uno puede encontrarse con la mayeútica socrática, por un lado o con la UNE, por el otro, de la que Dios me libre.
Los pobres profesores fiscales sí que nacen de otra experiencia. No me refiero a todos, pero si a un alto porcentaje de docentes que han hecho y deshecho la educación en este país. Hace falta solo ingresar de “visita” a algún colegio fiscal para darse cuenta que la educación pública está fracasada hace años. Uno llega a esos colegios y se entera que los profesores no están, que han pedido “comisión de servicios”, que están “investigando”, que qué pasaría que no ha timbrado la tarjeta, que para todo hay justificación, que a los alumnos se les dejará un trabajito. Estos “catedráticos” han causado, en la comunidad, todos los sentimientos: desde la más recalcitrante de las lástimas, hasta la más alta auto estima. Sin embargo no se preparan más que para subir de escalafón, en esos cursos mediocres, repletos de falsas apreciaciones didácticas.
Considero que hay un problema gravísimo en la educación pública de este país, y es que ya la gente se ha acostumbrado a ello, y cuando uno aprende a vivir entre telarañas, no tiene porqué hacer limpieza a la casa.
Y están allí, los profesores de la UNE, queriendo paralizar el país como siempre, tomando su poder como si fueran feudales medievales, no hay que dejarlos que nos sigan arruinando la patria. El Ministerio de Educación contabilizó que la UNE, con sus paralizaciones, ha dejado a los alumnos con más de 700 días sin clases en toda su historia.
Ya basta de esta mediocridad media contagiosa. Lo digo porque ahora hay unos periodistas que se han hecho defensores de la UNE. Qué horror, aunque bien dice el refrán, Dios los cría…

LOS FALSOS PROFETAS




Abundan en estos días unos “falsos profetas” que tienen “poderes síquicos” para registrar el futuro que se nos avecina. Dijeron hace más de tres años que ya venía el comunismo, que ya, más pronto que tarde, nos quitarían las casas, que ya llega la “dictadura del proletariado” a ajusticiarnos porque, de ahora en adelante, todo será “a medias”.
Estos sabios conjurados dijeron que la constitución es abortista y que gracias a ella tendremos millones de niños muertos antes de nacer, y la culpa recaerá sobre Correa. Esos cavernarios de la “mal memoria” que dijeron que el presidente se acercaba a la Patria, como el mismo caballo del apocalipsis, a convertir a nuestros hijos en pioneros de la revolución y a fundar los nuevos huasipungos.
Esos profetas mal nacidos que ahora se ponen a favor de la UNE, y quieren encontrarle el brillo al gran favor que nos han hecho a lo largo de su historia: Ahora la UNE es grande para ellos, es fuerte, es la resistencia; ahora los profesores de la UNE son héroes, son “verracos” que están luchando contra las fauces del gobierno del Leviatán.
Los falsos profetas son aquellos que nos dijeron que vieron venir los camiones con la nueva moneda que Correa impondría en lugar del dólar, ellos lo confirmaron, porque siempre tienen “palancas” en los gobiernos y entonces es fácil predecir la desdolarización que nos matará de hambre.
Los falsos profetas ahora dicen que los aviones que quiere donar Venezuela van a ser parte de las armas con las que lucharemos a traición contra Colombia, que Chávez nos está armando porque ahora seremos un país con aviones “Mirage” para atravesar a mansalva el cielo luminoso de Colombia y lanzar nuestro grito en forma de pólvora.
Los falsos profetas se inventaron a Fabricio Correa, a Balda, al cabo Badillo con su mentira creada hace años. Ahora todo lo que está en contra de Correa es bueno. Así lo han dictado y cada día van comunicándose con el oráculo de sus profecías, para seguir dando sus respuestas.
Quisiera tener una profecía para ustedes, profetas falsos, pero no tengo esos poderes. Aunque espero, de todo corazón, que pronto nazca el hijo de la profecía que se encargue de ajusticiarlos y callarlos.

65 AÑOS DE LA CASA




La Casa de la cultura Ecuatoriana cumplió, este año, 65 primaveras en flor. Sus festejos fueron cautos, porque había detrás de él un cierto miedo a que su trabajo sea borrado por un codo.
Su historia, su valor tangible e intangible, el pensamiento de Benjamín Carrión tirado en un tacho en nombre de “la ley”. Sin embargo el gobierno Nacional parece haberse dado cuenta de la importancia de la Casa en la convivencia con el País y, todo parece indicar, que la ley de cultura va a respetar las canas, la experiencia y la figura de la Casa, para bien de la cultura del Ecuador.
Todo artista ha criticado alguna vez a la Casa, pero todo artista ha ido a la Casa, ha ocupado sus espacios, ha pedido auspicios, ha usufructuado de sus beneficios. Nadie se ha librado de ella. Ella ha sido nuestro fantasma, nuestro verdugo, nuestra coraza, nuestra cómplice, nuestro refugio. En ella hemos confiado más que en cualquier otra oficina burocrática.
Estos años, en que la ha administrado Marco Antonio Rodríguez, la Casa ha vuelto a ser digna, firme, responsable. Ha vuelto a tener personalidad, ha vincularse con lo desvinculado, ha regresado a ver a los “enemigos” de la Casa, a los “amigos” de los otros. A todos. Ha hecho balances, ha dispuesto cambios, ha cambiado los caminos bifurcados, ha desmantelado los castillos en el aire y ha construido unos, de hormigón armado.
Los núcleos de la Casa de la Cultura han sido siempre igual de importantes que la iglesia, casi todos están ubicados en los aledaños del Parque principal de la ciudad, junto a la gobernación, a la alcaldía. La Casa de la Cultura es parte del accionar de un pueblo en el Ecuador.
Viva la Casa de la Cultura. No se puede borrar de un plumazo 65 años de historia. Sin ella nos faltaría algo, sin ella ya no fuera igual el color de la cultura, ni el paisaje de la historia, ni la historia de ese magnífico Benjamín Carrión, que decidió cambiar, con la Casa de la Cultura, nuestra historia. La historia de la Patria pequeña.

GUAYAQUIL: UNA SEMANA DE POESIA




La semana pasada (del 31 de Agosto al 5 de septiembre) viví un tiempo repleto de literatura en la ciudad de Guayaquil. Momentos intensos antes de incorporarme a las labores educacionales y dar por terminadas mis vacaciones.
Un encuentro de voces poéticas (De “Vos a Voz”) organizado por la Casa de la Cultura y EL ANGEL Editor, un encuentro de literatura (“Encuentro de Almas”) organizado por la Agencia Literaria “El Conjuro” y el lanzamiento del libro de poesía “La voz Habitada”, libro publicado el año pasado por El Ángel y Editorial Eskeletra.
Fue una semana de mucho corre corre y grandes encuentros con los amigos.
En el primer acto realizado en la Casa de la cultura Núcleo del Guayas, y gracias a la agilidad desburocratizada de la presidenta del Núcleo, Rosa Amelia Alvarado Roca, ella también poeta y una gran dama de la cultura, el acto tuvo mucho éxito. Nos encontramos con poetas de Cuenca, como Sara Vanegas; Maritza Cino y Sonia Manzano de Guayaquil; Edgar Allan García, esmeraldeño, radicado en Quito y cinco de los poetas del libro la Voz Habitada: Julia Erazo, Carmen Inés Perdomo, Carlos Garzón y Ana Cecilia Blum, que coincidió su viaje a Ecuador con la intensa semana, ya que actualmente radica en los EEUU. Una sala casi llena y un gran ambiente de apreciación hacia la poesía fue lo que reinó en ese lunes de mucha expectativa.
En el Encuentro de Almas, como denominaron sus organizadores a la cita literaria en Guayaquil del 1 al 5 de Septiembre intervine leyendo poesía junto a nombres importantes como Ana María Iza y Simón Zavala, además me uní a un homenaje que hizo a Jorgenrique Adoum y tuve la suerte de presentar la reedición impecable de su “Mayo del 68 (¿Siglo XXI?)”.
Y por último, el día viernes fuimos partícipes de un hermosísimo acto en El Centro Cultural Libertador Simón Bolívar, en pleno malecón 2000, al lado de las Peñas. Presentamos el libro “La voz habitada” teniendo como padrino al gran poeta lojano radicado en Guayaquil, Carlos Eduardo Jaramillo. Un hermoso acto en un lugar realmente monumental.
Digna forma de terminar mis vacaciones y volver a la cotidianidad. Siempre con la poesía como un faro en la bahía de mi vida.

LOS POBRES




“Disculpe el señor/ si le interrumpo, pero en el recibidor/ hay un par de pobres que/ preguntan insistentemente por usted./ No piden limosnas, no.../ Ni venden alfombras de lana,/ tampoco elefantes de ébano./ Son pobres que no tienen nada de nada./ No entendí muy bien/ sin nada que vender o nada que perder…”. Así comienza la canción de Serrat, “Disculpe el señor”. Ubico este fragmento como un epígrafe a mi artículo, a propósito de una nueva preocupación que me surge en estos tiempos de cambios. No voy a hablar exactamente sobre los pobres del país. Me quiero referir, más bien, a los nuevos y recién salidos “masters” de la pobreza, estos “críticos” que hablan de los pobres, como si sentarán con ellos a hablar, como si entendieran el problema, como si hubieran escuchado bien la canción de Serrat. .
Alguna vez alguien me dijo que el presidente Correa no solo debería trabajar por los pobres, sino, también, por la “pobre” clase media y por los “pobres” empresarios del país, porque además los pobres ya tienen un bono gratis que les regalan y además siempre se les regala cosas y en navidad se hacen fundas de caramelos para que los pobres sientan el dulce del niño Jesús. Además, los pobres son visitados por los curitas que van a darles la palabra de Dios, como por ejemplo esa bienaventuranza tan ejemplar que dice: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el Reino de los cielos”, entonces los pobres se regocijan en la esperanza de la otra vida, mientras en esta pueden pasar muriéndose de hambre.
Este gobierno se ha propuesto trabajar para los pobres. Pero los empresarios están enojados porque eran ellos los que les daban “trabajo” a los pobres, entonces lo que el gobierno debería hacer, según ellos, es apoyar a los empresarios que ahora están sufriendo porque ya no van a poder comprar lo que compraban antes, porque además tienen que pagar impuestos y son mucho los gastos y entonces les tocará bajar su nivel de vida y ya no podrán ni siquiera ayudar a los “pobres”. ¡Ay, lo que tiene uno que oír en estas épocas! Resulta entonces que los empresarios han sido más “pobres” que los pobres.

EULER: PREMIO ESPEJO 2009




Euler Granda Espinoza nace en Riobamba hace 74 años. Desde muy joven se presentó en un estilo poético al que no renunciaría jamás. La anti poesía fue su brillo frente a la poesía convencional. Con ella logró decir lo que él era, lo que pensaba, lo que sentía. Nunca se dejó llevar por el canon, ni por el sentir “colectivo” de los otros poetas de su generación, ni de las venideras. Su nombre es además sinónimo de generosidad. Lo que escribió en su poesía lo ha venido cumpliendo en la vida. En su ya cerrado consultorio de médico general y siquiatra, al sur de la ciudad, daba atención a toda la gente que lo necesite, y en muchos casos no cobraba la consulta. Allí lo visitábamos sus amigos, los que estamos con él siempre, los que lo admiramos de verdad.
Su voz siempre estuvo diciendo, siempre fue un rebelde frente al poder. Su poesía social es muy conocida, pero lo mejor de su obra está, curiosamente, en sus poemas existencialistas y en su obra erótica. Su libro “De cómo tus piernas venían con nosotros”, Premio Nacional de Poesía, es una verdadera joya. La originalidad de su poesía radica en haber usado el “lugar común” como un remanente poético indiscutible. Siguiendo los preceptos de los anti poetas, Granda consigue el milagro de volver bello lo feo, de crear en lo reciclado del lenguaje la nueva propuesta.
Siempre crítico y amargo, siempre condenado al dolor del poeta solo, que no está conforme, simplemente porque la conformidad sería, indudablemente, la mediocridad.
Sus libros “los días amargos”, “Bla bla bla”, “Un perro tocando la lira”, “Que trata de unos gatos”, entre otros, son fundamentales para muchos jóvenes escritores que lo leen como escritor de culto. Su palabra es sagrada, porque es comunicación absoluta con el lector eficaz e inmediato.
Granda es un maestro a la hora de organizar el lenguaje. Gran hombre, gran amigo. Enorme poeta. Extraño, único, verdadero.
Qué bien dado el premio al maestro Granda. El humor negro que lo caracteriza y esa sensibilidad feroz de gato montes, se lo merecen.

Habrá que creer




No me gustan las personas que no creen en nada, solo en sí mismas. En esta semana he tenido varias discusiones sobre este asunto, a propósito del nuevo mandato del presidente Correa. Escribí en mi facebook una nota en donde hice alusión a la celebración de la fecha del bicentenario, con la posesión del presidente Correa. Vaya coincidencia. Hace 100 años celebró Eloy Alfaro el centenario del 10 de Agosto, y cien años más tarde lo celebra Correa, presidente en el que creo. Esto suscitó una serie de comentarios entre mis amigos.
Lo que quiero dejar constancia es que a mí sí me gusta creer. He notado que ahora una gran mayoría de la gente que me rodea considera que la solución a todos los problemas del país y del mundo la tienen ellos. Yo en cambio me siento inepto frente a estos y por eso creo en otras personas que podrían tener esa solución. Me gusta tener a Correa como presidente. Me resulta mucho más apasionado que tener al León al Lucio, al Hurtado, al Borja, que pasaron por la palestra y no hicieron nada. Eso sí, estaban con sus corbatas, no hablaban mucho, solo lo que el protocolo obligaba. En cambio este Correa, del que dicen que habla “horrores” y que insulta como el mismísimo Juan Montalvo en aquellas épocas de García Moreno y Veintimilla, no tiene ese anti carisma de ser “ educadito” como los otros.
Yo creo en la persona que dice lo que siente, que defiende y se defiende de esos “cultísimos” “periodistas”, de esos “contadores” que sacan cifras por doquier, de esos “profetas” que saben que ya viene el apocalipsis, la desdolarización, el comunismo y sus muros, que además saben la cifra exacta de los desempleados, que sienten la pobreza de los más pobres, que hablan, por ellos, en una reunión con buen vino, que opinan sobre el “bono” y se atreven a decir que no lo deberían recibirlo porque son pobres mismo. Parecen tener un masterado en asuntos de pobreza. Terrible.
En eso yo no creo. Pero, al fin y al cabo, es bueno creer. Ya lo dice una canción bella de Alejandro Filio: “Habrá que creer/ en algo o en alguien tal vez”.

200 años y un grito



Siempre he pensado que en el Ecuador sucede lo que actualmente se da con un triste y aquejado policía que atrapa al malhechor en pleno delito y, luego de unas horas, un juez lo suelta a la libertad, sin regadientes. Es decir, somos un país de frustrados. Sin embargo la historia es la que nos hace reaccionar y también la que más nos frustra.
Entender a los héroes de hace 200 años, a esas víctimas de nuestra felicidad y de nuestra libertad. Saber que existieron, que habitaron en las mazmorras de la muerte, que creyeron en ellos, en los otros, que no se dejaron manipular por ese colonialismo animalesco y gracioso que todavía suele escudarse en las ideas paupérrimas de los poderosos, de los ignorantes.
Pensar en la época del grito de la independencia, en este breve momento de reflexión que me produce la escritura, me lleva a la frustración. A aquella de la que siempre hablaron los existencialistas, y que después del grito y de la emoción, vuelve el río a su cauce. Siempre se repite lo mismo: el asesino vuelve a ser libre, luego de haber sido atrapado; el molino vuelve a dañarse, el corazón vuelve a desamorarse. Estoy pensando en esos héroes, estoy soñándolos, viéndolos en la ficción de mi realidad, con su boca como fusil, defendiendo el pensamiento de una nación libre, que piense como mestiza, que no se deje influir más, que no se contenga en el medievo del coloniaje, que no se funda en irrealidades.
Este 10 de Agosto, este 2 de Agosto, estos 200 años, este corazón libre, esta patria condenada a sí misma, a ganar en la pérdida, a derrotarse en la victoria, a no dejarse limpiar las heridas, a llorarse y a reírse de sí. A ser siempre plato de segunda mesa, cuando en realidad, fue la que inventó el plato y la mesa. Esta patria que gritó primero, que lloró primero y que es la luz de América. A ella la saludo, porque sin ella, sin su frustración y su libertad, no sería quien soy. Y a la patria la llevo libre en mí, desde que di mi primer grito en el nacimiento.

ADOUM Y YO




Luego que Jorgenrique Adoum partió los medios de comunicación han dicho mucho sobre él. Los que antes eran sus detractores, ahora se han vuelto fanáticos de su obra, de su vida y hasta muchos se han inventado historias sobre él. Una vez que él nos ha dejado el legado de su enorme literatura, leo en la prensa cosas como “Adoum, el escritor más completo de Latinoamérica”, sin embargo, nadie hizo nada para que Latinoamérica asuma esto a fondo. Triste es pensar que Jorgenrique se fue sin haber recibo los premios “Juan Rulfo”, “Pablo Neruda”, “Reina Sofía”, “Federico García Lorca”, “Cervantes”. Más triste es cuando uno piensa que todos estos premios se los merecía y que muchos otros escritores lo recibieron sin merecérselos, como él. La obra de Adoum es enorme, como lo era su corazón, su generosidad, su conversación.
El turquito, desde que lo conocí, hace ya muchos años, justo en Ambato, en un hermoso recital organizado por la Casa de Montalvo, en donde los invitados fuimos cinco tungurahuenses radicados en Quito: Alfonso Barrera Valverde, Julio Pazos Barrera, Iván Oñate, Adoum y yo. Allí surgió la amistad. Allí dejé de temerlo, como figura enorme que siempre fue. Antes lo leía con delicia, envidiaba su vida repleta de amigos, de sitios, de lecturas, de momentos. Al conocerlo lo vi como el gran ser humano que era. Y de allí nunca dejé de admirarlo y visitarlo. Hicimos varias reuniones con amigos comunes. Fue huésped de honor en mi casa. Cuando iba a su departamento, Nicole, su esposa y la preciosa gata Colette, eran testigos de esa ruptura fundamental de la amistad, del respeto y de la admiración que siempre he tenido por él; nada de posturas parricidas, nada de cuestionamientos al padre. Sin él ya, en esta patria corpórea, me siento huérfano. Aunque casi todos los días, el recuerdo de su palabra, como la llamada de un ángel, me hace volverlo a vivir. Adoum es nuestro patrimonio, por lo tanto estamos obligados a protegerlo, a leerlo y a respetarlo.