sábado, septiembre 19, 2009

Presentación de La encarnada poesía de Neli Córdova Neli



La palabra del poeta siempre será y es errante, se nutre y vive en los márgenes y desde ellos se transporta a un no-sitio, en un no-espacio. Relievo la negación porque el oficio, como lo dijo el gran César Dávila Andrade, es una experiencia imposible, y no por ello menos real.
Lo hago porque, en ocasiones, se confunde al poeta con un mero descriptor o repetidor de la realidad, como si existiera así en mayúsculas, mas, la irreverencia se da en el momento en el cual el poeta crea “su” universo, siempre inarmónico, siempre fragmentado; nunca buscando completar algo porque no hay nada que completar en una existencia bullente, cambiante, laberíntica.
Desde esta perspectiva, entrar en La encarnada se convierte en un deleite, en un permanente asombro, en una huida y un encuentro con un yo poético que espera, que aguarda por su destino y que se rebela y se encuentra, y al hacerlo deja en el polvo del tiempo versos intensos, de fuego y puños cerrados.
Les invito, pues, a un viaje por La encarnada, aquí se irá descubriendo algo de su valor, más que conceptualizando fríamente la poesía de Neli, que de eso ya se han encargado, con más o menos suerte, los críticos y sus criterios pueden leerlos en el libro que estoy presentando. Lezama Lima aseguraba que definir es cenizar, y lo que menos quiero ahora es eso: matar las infinitas posibilidades de lectura de un poema. Más bien quiero recalcar que esta poesía, la de Neli, nos acompaña, nos cobija con su dureza y nos conmueve con su equilibrio, que no termina ni se limita en la conformación física y estética de las palabras en el papel, cuestión ya ejecutada por Apollinaire y tantos otros; tampoco se agota en los versos puestos en negritas que dan nombre a cada poema y son, al mismo tiempo parte de ellos; ni en el hecho de que la unión de los títulos del índice conformen un poema, y, finalmente, tampoco en la creativa utilización de los hemistiquios. Quiero decir que todos los elementos que he nombrado carecerían de utilidad, o se quedarían en el simple placer lúdico de intentar ser diferente, si no fueran acompañados del fuego que late en cada verso de La encarnada; que sobrepasa la novedad y se instala en un lugar fuera de la historia, fuera del tiempo, para ser gozado, disfrutado, sufrido y bebido por los lectores.
Tampoco puedo decirles de qué trata el libro, típica pregunta que busca encasillar, limitar y etiquetar a la poesía, que precisamente es lo contrario, un canto a la libertad.
El poemario tiene dos partes: 1) ala y gris , 2) ala y púrpura.
Y comienza desde la devastación, desde la certeza de que la incertidumbre es el único sino posible, más allá de teorías o verdades establecidas, nos queda la nada. Así:

añejar besos entibiar rosas trigos mares
nos pertenece ‒ nada
ni altares dentro del cuerpo
encantado pedestal luz diamante
coloración mágica de piel
ni el recuerdo
busca el verdugo nuestro cuello como si aún
estuviéramos colgados
en viejas rocas en secos árboles

Devastación que empieza por el yo poético, por esa encarnación furiosa pero consciente, que mira desde una oscura lejanía el mal que se acerca y la consume:

libando de mi boca se sientan sobre mis ojos
vierten salmuera en mi garganta calcinada
ven revolar mi nombre
de pasajera extraña
me increpan me lapidan

Y continúa la clausura de cualquier esperanza fácil porque el yo poético ha entendido, más allá de las quejas y remordimientos, cuál es la vana sustancia de la vida: Y dice:

nadie brinda
nadie canta
nadie duerme
nadie levanta su cabeza
nadie mira el amanecer

Y al decirlo hace más que describir; apunta y dispara al centro mismo de la vida contemplativa, acertando con esos versos y haciéndonos tragar seco, reconocernos y apabullarnos en este amanecer, levemente visible, que se esparce en estos versos y busca una salida, un abandono, que precisan una caída para levantarse con más fuerzas y volver a tropezar.
Precisamente ese nadie, que no tiene carga peyorativa ni falsamente exclamativa, sólo precisa una verdad, remarca el cúmulo de soledades; sin embargo, se mantiene en la cuerda floja, a pesar de todo, camina, cree, avanza. En esa cuerda floja que subyace en la nada, en una nada existencial y a la vez ínfima:

en el centro del mundo no hallo
tumba vacía
nadie en mi delirio
este vacío no es solo vacío
es un sucio en ojo vacío

Al principio señalé que la poesía de Neli no quiere descubrir ni enmarcar ni describir la realidad; al contrario, como en toda poesía, lo que se busca es desprenderse o más precisamente encarnarse; cuando la carne es mucho más que la piel y se convierte en la metáfora del no ser. Y el yo poético, a esta altura ya profundamente intenso, dice:


nervios desatados gritos inútiles
enfermo animal no recobra su sentido
todo herejía / todo secreto camino a la verdad cerrado
nadie quiere estar contigo conmigo ni consigo estar


La poesía no puede compararse con ningún otro discurso, con ninguna voluntad únicamente comunicativa. Entonces el yo poético se confiesa y señala cuál es su no sitio, su espacio de defunción y agonía:

saqueador asola
quitaron de nuestra boca frescura uva arrozales sabor
nada conmueve al adicto mundo en agonía

En ese contexto, la pregunta de la poeta es válida:

a qué infierno a qué frontera va nave perdida

Infierno, frontera, ambos desarticulados, difusos, acogen al navegante, sin certidumbres pero firme hasta aquí, como en otros anteriores libros poéticos de Neli. Ante la imposibilidad, y pese a todo, el yo poético no cae en el cinismo ni en el hermetismo vacuo, intenta salir, se revuelve, busca en el recuerdo, se humaniza en él, y a la vez acepta el movimiento, la sinuosidad:

para qué guardarlo intacto en mi memoria
si él viene a mí sin él

A mi juicio estos dos versos son clave en el poemario, prefiguran la imposibilidad de aprehender una realidad y también señalan el artificio de la palabra y la relación con el poeta, que, en este caso, cultiva y desafía el statu quo y se atreve a crear desde su disposición en el mundo, desde la inquietud que subyace en su espíritu. Y como los poetas comparten una memoria colectiva, sus versos y sus preocupaciones están ligados a un imaginario que traspasan el tiempo y a la historia y se instalan en un cambiante firmamento; los versos antes mencionados trajeron a mi memoria otros, de otra gran poeta, la cubana Nancy Morejón, que en su libro Mutismos dice: “No hay esperanza. No hay dolor /Soy sin mí”.

Hasta aquí la primera parte, la evidencia, el reconocimiento; ahora comienza la transformación con la segunda parte del poemario: ala y púrpura.
El poeta Juan Gelman suele decir que la poesía otorga preguntas no respuestas, es decir, es un campo virgen por el cual camina cada lector. Y Vicente Huidobro anhelaba “que el verso sea como una llave/que abre mil puertas”.
De ahí que el yo poético de Neli hable de alguien que la ha despojado, la ha quitado, la ha violentado, sin describirlo. Y se habla de fragmentaciones, de rupturas, del curvilíneo camino de la estancia. Pero ella, La encarnada, está viva, cruelmente viva:

cabezas picoteadas por águilas inventan inmensa puerta
casa soledad para la encarnada la que regresa
la que respira aún fruta vana la única sin nombre
perenne sin perdición tiene estrías guardadas
en estío

En este punto cabe resaltar la intención de la poeta: el crear un universo particular, tanto en el fondo como en la forma, sin artilugios ni baratos juegos de espejos. La poesía de Neli reclama un lector activo, que responda y se conmueva. Porque este poemario combina el sentimiento con la razón, con la estructura de una compleja red visual y sensorial. El poeta español José Bergamín solía aconsejar “ser apasionado hasta la inteligencia”. Y Mario Benedetti añade: “ser inteligente hasta la pasión”. Estas dos cualidades se riegan por La encarnada, sobrepasan la mención de la originalidad, y se instalan en el centro del lector, para removerlo e instarlo a leer, a sentir, y de cierto modo a encarnarse. La poesía es revelación y en esa revelación debe estar presente el lector, uno libre, despojado, sin prejuicios, únicamente dispuesto a dejarse llevar por estos poemas encarnados.

Menciono esto porque la primera lectura de La encarnada deja rastros de una particular musicalidad que inquieta, te hace pensar. Las lecturas posteriores afirman a la primera y dejan ver los elementos ya enunciados en este comentario, dispuestos casi matemáticamente y desarrollados a lo largo de la trayectoria poética de Neli. Vicente Aleixandre decía: “no hay un solo poeta que no modifique el mundo”, hago hincapié en esas palabras, pues es lo que hace Neli, modificar, que no completar; transformar, que no esperar nada a cambio. En ese sentido, La encarnada da evidencias de un mundo decadente, ajeno, hostil y hermético, pero no desde el vencimiento sino desde el acto creativo rebelde e inconforme. Y su combate comienza y termina en la inmensidad de su destino, en la única certeza probable: en la ausencia:

esa montaña nívea almohada para mi cabeza dispara su adiós
su adiós en torbellino me descarna

El trayecto se acerca a un promisorio final, jamás definitivo, siempre parcial, en el cual la confesión explica el viaje, lo prefigura, por eso dice:

mi nombre es soledad no angustia

Y la batalla, la ruptura ya no es grandilocuente, sino íntima y tal vez por eso más verdadera; así, el yo poético se atreve a despojarse y despojar, a señalar y señalarse con un dedo no acusador, sino vivo y envuelto en su soledad:

un manoseo indeleble me dice que
nunca estuve
derrumbo esa puerta apolillada me
escapo de mí

Y el escape, que no es huída, nos permite acceder a este poemario, sentirlo y leerlo y releerlo para unir sus fragmentos e inventarnos viajes, otros viajes, en compañía o mejor dicho con la fecunda soledad de La encarnada sosteniendo el farol, guiando la nave.

Juan Secaira
Casa de la Cultura Guayaquil , septiembre 5 del 2009

Nelly Córdova Aguirre (neli córdova neli) "la poeta del abismo": académica, conferencista, crítica literaria, compositora, promotora cultural. En poesía ha publicado: Cinco regresos y un siempre 1980, Estatuas fugitivas 1988; Origen (en español y kichwa) 1993 -2da edición 1995; Abismos en los ojos de eva 1998; Penúltimo laberinto 2007; Lengua profana 2008. Produce y ha publicado literatura infanto-juvenil - Premio nacional (concurso de cuento) edición 40.000 ejemplares por su cuento El fruto del llano azul, otorgado por el Dpto. de Cultura, Ministerio de Bienestar Social-Ecuador 1989.
Ha participado en congresos, encuentros nacionales e internacionales de cultura y poesía (varios países). Representante en Ecuador del Movimiento Cultural Internacional aBrace, sede Montevideo/Brasilia. Presidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores (período 2001-2003). Ha ejercido diversas cátedras en algunas universidades. Poemas de su autoría han sido traducidos al inglés, alemán , portugués, kichwa y otros; e integran antologías publicadas dentro y fuera del país.

1 comentario:

umbral de las voces dijo...

Felicitaciones a mi amiga, la poeta Nely Cordova, por su nuevo libro