miércoles, marzo 04, 2009

LA PENDIENTE IMPOSIBLE, nuevo libro de Marialuz Albuja



Texto leído en la presentación del libro


Luego de leer La pendiente imposible, la primera pregunta que me la hago es: ¿Dónde quedó la Marialuz de tonalidad parca, de verso corto y de profunda diafanidad? ¿En qué sitio su verso se elastizó? ¿Por qué aguas profundas decidió naufragar para volverse fuerte?

Su nuevo es su nuevo estilo. Ella sabe que el estilo es uno mismo, que en el ser humano, en su realidad, en sus pasajes cotidianos se encuentra el zumo de poesía verdadera, porque solo así el poeta puede asimilar el dolor de vivir y el placer de recordar. Recordar es una forma de volver a vivir. Aunque vivir en el recuerdo es mentir, también un poco, y es caer en las redes de ese borronesco mundo de imágenes que no se resuelven de igual modo.
Lo onírico, decía Freud, es la otra vida, las otras circunstancias, parecidas tal vez, pero separadas por la sabiduría del consciente y del tiempo, que no perdona el silencio.
El tiempo ha pasado por Marialuz, por su poesía. Ya no somos los poetas jovencitos que éramos hace unos años. Ya no estamos en el titubeo de la gramática, ahora tratamos de buscarle la esencia a la palabra. Luchamos mucho con el lenguaje, luchamos mucho con la forma. Y aquí está el nuevo libro de Marialuz, su mejor libro, según ella, y yo estoy con ella, porque en él hay un canto al dolor de los recuerdos. Con él se hace evidente aquel adagio de que el poeta se llora así mismo para llorar en todos. Para arrastrar con su dolor a todos, es un tsunami el poeta. Es un huracán, un torrente sin compasión. Marialuz lo ha asumido y su poesía ha madurado con ella.
Adiós a su poesía parca. Bienvenida su poesía decidora. Adiós al verso adornado con la retórica de las figuras literarias. Ahora su verso busca decir. Adiós a la estrofa conceptual. Adiós al silencio. Bienvenida la bulla de su discurso. Bienvenida la poesía de la catarsis, la poesía de la auto exploración. Aquí está la voz poética construida con vida. Y por ello, por su valentía, por su ejercicio sinuoso con la palabra que no alcanza, hay que aplaudir este libro.

La misma voz poética se sabe cambiante de estilo, de forma, de estructura:

Jamás podré ser como antes.
No escribiré ya las mismas palabras.
No leeré los mismos poemas en un libro…

Este es el canto poético de una mujer que ya cambió de piel.

Su poemario está dividido en tres partes, que guardan una coherente e impecable unidad: 1. El destierro, luego El regreso; por último El silencio. Los tres motivos que parten a su discurso están eslabonados por varias cuestiones de carácter poético y anecdótico: un viaje (a la China), un regreso (de la China) y un asumirse en la poesía con el silencio.
Entonces el pretexto poético de la primera parte de su libro es la atmósfera de Oriente. He aquí un verso que esclarece:

El oriente se esconde en mis ojos
Llevándose el sol que pronto estará al otro lado

Tal y cual como alguna vez nuestro poeta Rubén Astudillo y Astudillo dijo, en las mismas circunstancias geográficas de Marialuz (Rubén fue embajador de Ecuador en China por muchos años):

La misma luna que esta noche
cruza, con su mata
de estrellas, por encima
de los pinares de Xian, mañana alumbrará
los eucaliptos y las
capulicedas
de mi pueblo.

En los dos poetas, coincidencialmente apoltronados al otro lado del mundo, se deja notar el aspecto de observadores y de añorantes profesionales. Siempre recordando: este oficio inútil, pero gratis que tenemos algunos. He incluso algunos hasta lo disfrutamos.
Es en China donde la voz poética destapa ese caño de dolor que, en otros casos, aplaudiría un sicoanalista. Ya se sabe que la poesía y el arte en general es el mejor sicólogo, pero si se sabe manejar este con la dignidad de la palabra. No creo que ningún poeta tenga buenas intenciones, si no las tiene ni con él mismo, ya que decir su palabra es quedar desnudo frente al público; es quedar mal frente a la dignidad del silencio. Pero Marialuz decidió destapar la olla de los grillos con su pasado, y enfrentarlo a futuro, para quedar en paz con sus imágenes, con sus insomnios y con la debilidad de lo que se ha quedado hundido en la desolación del tiempo.
La poesía verdadera, a mi juicio, esta adocenada con el enfrentamiento poeta-poema. La verdad es la originalidad, lo demás es el adorno. Comencemos a leerla bajo esta imposición.

…mi madre
En su pequeño escarabajo por el camino empedrado
Mientras yo, en la Gran Muralla,
Bajo la luna llena
Me recuesto.

He ahí un recuerdo ahíto repleto de realidad. El recuerdo es una puesta en escena de lo que quisiéramos, pero en estos versos, la voz poética recuerda a su madre sin idílicas funciones: las dos en caminos diferentes. Separadas por la mitad meridional del mundo. Esperando. Dice:

No me lleves lejos.
Aquí puedo creer que soy feliz.

Es la idea de la distancia como figura de la felicidad y la nostalgia.

Las nuevas visiones orientales son atrapadas por la sensibilidad de la poeta:

Quisiera atrapar con mis manos la China del Norte
Sus restos fragmentados por la memoria
Que no sabe como volver al portal
Donde una joven asiática vendía bebidas frente a los sumideros de la ciudad.

Esta es una poesía que no oculta la identidad de una voz poética desconcertada por el dolor y por lo nuevo. Lo nuevo es otra forma de dolor. Siempre nos pesa. Nos cuesta aceptar lo que está fuera de lo establecido.

Una de las constantes en este poemario es la voz parricida que ama y odia; que sumerge y emerge a la figura del padre. Y con él, aparece ahíta, desparpajada y libre, la de la madre y la de los hermanos. Y entonces se conecta la voz poética con lo que llamaríamos familia perfecta, agarrada, sujeta a los recuerdos, a los apóstrofes, a las debilidades, a los absurdos de verse tan crecidos, tan lejanos y tan abiertos, luego de haber sido una sola cosa multiforme que creció junta, pero creció precisamente para abrirse.
Así nos dijo alguna vez Khalil Gibran:

Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

El canto terrible al padre y a la madre. Un canto desaforado de amor y de libertad. Dice:

…Padre de los animales que habitan la tierra.
Padre de los abandonados.
Pero no mi padre/…/
Juego a ser hija y me equivoco.
Juego a nacer otra vez…

Madre, no se cómo hacer para hallarte.
Tal vez escarbando en mi pecho
Que acaso sea solo una sombra de ti…

Hermanos, no sé si algún día les dije
Que sigo buscando el silencio
Que solo su abrazo podría salvarme…

He aquí el adagio de la poesía de siempre: “El dolor es causa de la belleza”.

En la segunda parte del pequeño libro encuentro ciertas claves de su poética anterior: Hablar en segunda persona. Marialuz manejaba estupendamente bien el “tú” en sus otros tres libros. Con la diferencia de que en este, este “tú”, es un “Yo legítimo y doliente.
Siempre buscando no terminar de desnudarse. Porque verse sin ropa es otra forma de dolor. Por eso la búsqueda del pronombre.

Te duermes.
Regresas a casa.
Tu madre baña a tu hermana tierna.
Su risa infantil se refleja en el agua…

El regreso es la parte más honda y torrencial del poemario. Aquí ya se han abierto todas las jaulas de su palabra. Aquí ya está legítimamente armada con la voz de una poeta vs. sí misma. Dice:

…no importa que después ya nadie sepa de nosotros,
Pues el absoluto es hoy,
Y en su fuego de relámpago
Brillamos.

La mejor manera de ingresar a lo nuevo es desde la lejanía. Que además es una forma de regreso. Viendo las cosas desde otro tiempo.
Allí aparece una voz poética afrentosa que dialoga en el silencio con sus padres. Y que busca en el recuerdo el sitio exacto donde ocurrió la felicidad y el desasosiego, asimilando la vida ya no con la intensidad cuando ésta fue vivida, sino cuando es recordada:

Le dice a su familia:

Compartimos secretos enterrados como piedras en un hoyo sin fin
Secretos de túnel entre una montaña y el mar
Silencios de mirlo sobrevolando los arbustos que rodean nuestra casa…

Estos poemas vienes despojados de todo tono ambiguo, más bien resultan casi epístolas de fuerza imparable.

Entendemos luego de esta lectura catártica que el regreso es la casa del padre, es el pasado siempre. No es la geografía. Por lo tanto el regreso no será nunca. Nunca, porque si el río es el mismo, diría Heráclito, nosotros ya no somos los mismos:

Esta es la casa del padre
Donde partimos el pan después de su regreso.
Donde lo saboreamos por primera vez
Y por primera vez
Queremos que así sea.

Luego de regresar a lo que no puedes, la realidad te rompe:

Deseas ocasionar la catástrofe que te permita ser, otra vez…

Por lo tanto solo oníricamente, solo en sueños, encuentras en el pasado, la felicidad:

No sé cuanto recorrer para alcanzar la lejanía

Dice la poeta. Sabiendo que el momento de felicidad y el último verso, como diría Zabala Ruiz: No lo sabremos nunca.

La tercera parte del poemario El silencio es la asimilación de todo lo evidenciado a lo largo del Destierro y el Regreso. Es la entrega desgarrada de la voz poética a la poesía. Mirar las cosas con la frialdad del concepto. Volver a la auto confesión y darse de bruces con la realidad:

Voy a mentir
Otra vez
A cantar, intacta,
Como si el cielo y las montañas
Convivieran detenidos en mi cuerpo

En esta parte llega a verificarse su arte poética. Dice:

Le temo a las palabras porque no me sirven

Y luego asume, por herencia, lo que es ahora. Dice:

¿Qué hiciste, madre, para llenarme de palabras?
¿Por qué ya no es posible el silencio?
/…/

Le temo, madre, a tu angustia
Y a las palabras que me enseñaste
Porque no son las que quiero.

Pero el silencio, pese al dolor de no enfrentarlo, termina siendo la palabra:

Ojalá los labios pudieran decir lo que el cuerpo no entiende…

Porque para la voz poética el silencio siempre será el pasado con cara al presente. Dice:

Detén la insistencia de las palabras.

Enciende la luz.

Poemario redondo. Doliente y veraz. Audaz e imprecador consigo mismo.
Poesía que no oculta, que se deja leer en el peldaño del meta lenguaje. Donde la verdad es la poesía. O mejor aún, la poesía es su única verdad. Y los recuerdos el pretexto de su canto.

Ni más ni menos.

1 comentario:

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Nos han gustado mucho todos los textos poéticos de esta entrada. Próximamente reproduciremos algunos en nuestro blog zUmO dE pOeSíA (con vuestro permiso, claro).

Un saludo de EMILIA ALARCÓN
zumo-de-poesia.blogspot.com