sábado, abril 14, 2007

DE LA POESÍA Y SU PORQUÉ

Yo no sé para qué sirve la poesía.
Ahora la poesía no sirve, más que nunca, para nada.
Ahora la nada es un poema.
La poesía es una nada.
Ahora no conmueve nada.
Ahora conmueve el hecho de que la poesía le conmueva a alguien.
Ahora quien se conmueve con la poesía es un ser conmovedor.
Ahora la poesía no es conmovedora, sino el que se conmueve con la poesía.

A Homero le sirvió para escribir las epopeyas. Y para rescribirse, y revivirse, y saber que existió un griego que reinventó la guerra y la aventura en los versos. Y que existe aún y que está sumergido en un mito, aunque haya gente que afirme que Homero no existe. Y que la poesía de sus monumentos mitológicos son solo referentes poéticos. Es decir que, en el caso de Homero y de los mitos griegos, la poesía servía para crear al hombre que la escribe.

En el caso de Cervantes sirvió para socializar un idioma. Y amparar a un idioma. Y estructurar un idioma. E idiomatizar a un pueblo. Y entregar las palabras, y labrar los significantes, Y apropiar los significados, y descubrir los silogismos, y ampliar los continentes verbales, y ponerles rumbo a lo que el pueblo habló. Es decir que a Cervantes le sirvió la poesía para inventar un idioma.

Y a Salomón, para amar en las palabras. Y para sentir placer en el jugo ductil de sus versos bíblicos. Y para enorgullecerse en los conceptos del amor puro, del sexo, de la vida. Y para explicar el significado de la vida, del amor puro, del sexo, de los ventarrones de vida. Y para ser un poco más felices. Y para enamorar. Y para entregar y entregarse. Y para recibir y recibirse.
Es decir que a Salomón le sirvió la poesía para amar y para vivir y para morir.

Y para Vallejo, fue medicina para el destierro, cuando la poesía más triste del mundo puede ser la más potente de la eternidad.

Y para Rimbaud, la poesía, fue el muro. Y en ese mismo momento es cuando él rompió el muro.

Y para Baudelaire, la poesía, fue el demonio. Y con ella mismo luchó con el demonio de carne y de palabras.

Y para Neruda fue el mar. Y fue Matilde. Y entonces fue cuando todas las mujeres del mundo en la poesía de Pablo se llaman Matilde y son del mar.

Y para Girondo fue el juego. Y entonces la poesía le hizo el niño más inteligente del mundo.

Y para Cardenal es el cosmos. Y entonces su habito fue libre e infinito. Y sus palabras son todo el universo.

Y para Rilke fue la personalidad de cosmopolita. El mismo verbo de sus cartas. La poesía lo desterró hasta donde solo se puede hablar y vivir y contemplar y comer de la poesía. Y solo eso. Y solo la poesía.

Y para Federico fue la vida y fue la muerte.

Y para Miguel fue la muerte y fue la vida de su hijo.

Y para los otros, para todos los otros a quienes amamos, a quienes leemos, a quienes sentimos y de quienes ha salido la poesía de la gigante isla planeta en el que vivimos, es la inmortalidad. El saber que están vivos los poetas, en sus libros, que tienen en sus letras el camino. Que con ellos hay paz. Y hay guerra. Pero con ellos hay más paz que guerra.

Y aún así no sé para que sirve la poesía.

¿Para amarla?

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