lunes, septiembre 25, 2006

AMINTA

Aminta Buenaño presentó su libro en Quito. Una gran organización por parte del Área de la mujer de la Casa de la Cultura. Las intervenciones críticas estuvieron a cargo de Viviana Cordero y Leonor Bravo, quienes fueron madrinas de dicho evento. Toty Rodríguez con melodiosa y sugestiva voz hizo que el oyente entrase directo a los cuentos femeninos del libro de Buenaño "Mujeres Divinas". Me encantó conocer personalmente a Aminta. una mujer equilibrada, que conoce lo que hace y lo hace bien, con absoluta responsabilidad y con verdadero amor por las palabras. El texto de Viviana Cordero fue soberbio. Lamento no poder decir lo mismo del de Leonor Bravo, escritora de literatura infantil. Un selecto grupo de personas escuchó a Aminta en el bellísimo tearo Prometeo de Quito, mientras ella y sus amigas escritoras y actrices hablaban, solo habitaba el silencio. Un enorme respeto y una enorme afinidad por su discurso se dejó notar. Bello recado el de Aminta. He leído algunos de sus cuentos y los encuentro encantadores. Fue placentero su presencia por este Quito que ya se prepara para llover. Pero si así llueve, que no escampe...

sábado, septiembre 16, 2006

EL DIOS DE LA MEMORIA DE CARMEN SOSA

Las doce historias que contiene este libro corren airosas como libres jilgueros, cantando a viva voz el triunfo del verdadero cuentista: Haberle puesto el punto final a su narración luego de luchar por la condensación, la tensión y el esfuerzo. Como buena poeta que es, Carmen Sosa Cevallos, lleva estos textos por los derroteros más líricos del paisaje interno de los personajes que viven y pueblan estas historias que se afirman a la tradición de la narratología.
Algo de tristeza hay por estas líneas; algo de añoranza, pero se respira libertad por todos los costados, y se vive en el texto: se respira al aire de los personajes. El lector es casi un actor más de estos delicados y cuidados relatos en donde se hace notar una voz nueva que quiere contar, así, con la humildad con que Homero creo la ficción y nunca pudo dividirla de la realidad. Ni más ni menos.

Carmen Sosa publicó en el año 2004 su libro de poesía "Un océano en la piel". Es Doctora en Letras y Literatura y Profesora.
Aquí una muestra de su trabajo.

Teorema para el final de tu tiempo


A Toñito García Sosa
En realidad no entiendo hasta ahora por qué la gente dice que estoy loco. Mire, señor juez, ese día estaba ya a punto de enloquecer. Pero solo a punto. La verdad es que a mí me cogió la tristeza, la nostalgia, la angustia en el punto más débil de mi ser... Tendría que contarle antes algo sobre el lugar en donde me hallaba. Era un cuarto pequeño, oscuro, tan oscuro que para que entrara el sol yo debía salir. No contaba con una sala ni dormitorio ni desván ni nada. Un solo cuarto, Señor Juez, uno solo.

Mi sombra inquisidora era mi único reflejo porque además tengo terror a los espejos, entonces no quiero jamás a uno cerca de mi figura La cuestión es que en ese adorable silencio, el tic tac del reloj me acompañaba siempre. Hasta casi podría decir que me acostumbré a él y por años estuve pendiente de limpiar el polvo y la telaraña que de vez en cuando se posaban sobre él. Al mismo tiempo, Señor Juez, que yo compraba el pan para mi café nocturno, compraba pilas para su vida, pero después, señor juez, como todo cambia, también cambió mi tolerancia hacia él y, poco a poco, empecé a odiarle, aprendí a despreciarle y le dejé ahí, lleno de polvo, lleno de telarañas, lleno de desperdicios y excremento de los moscos, le dejé ahí pero, señor juez, las pilas jamás se apagaron, siguieron haciendo caminar ese maldito horero y ese minutero que se llevó toda mi ira y a cambio me dejó toneladas de angustia.

Yo no sé, pero esa rara eternidad de la vida de las malditas pilas debió haber sido hechura del diablo, quien más, señor juez, quien más que el diablo que rondaba el hueco en el que vivía.

Esa noche, señor juez, era la décimo segunda vez que conté mi noche de insomnio. Ya no era posible. Entonces, en un ataque de cordura, levanté mi mano poderosa y arranqué el reloj de un solo tirón de la pared. Era de ver como cayó pesadamente sobre la tabla irregular de mi cuartucho. Entonces ahí empezó todo. Primero di golpes en la mitad de su cara, luego cercené sus orejas, con toda la venganza arranqué de su redondez la epidermis de sus horas y sus números se fueron al carajo. Pero la necedad de este reloj señor juez, era tal que seguía sonando su maldito tic-tac. Tic-tac, tic-tac, en mis oídos, tic-tac en mi piel, tic-tac en mi memoria, tic-tac en mi conciencia, hasta cuando arranqué su horero, minutero y segundero empecé a saltar sobre lo que quedaba de su cuerpo hasta verlo convertido por fin en miles de trozos. Solo cuando experimenté su silencio profundo pude respirar tranquilo. Pero, señor juez, a la final fui condescendiente con él, porque, vea, con una escoba recogí sus desperdicios de tiempo y los deposité en una caja, fui al cementerio y le otorgué un funeral digno, acorde a su función. También el reloj de la torre del parque acompañó su entierro con su música. Fue un acorde hermoso de seis campanadas que retumbaron la paz del panteón y estoy seguro que llegaran hasta el cielo acompañando su viaje final.

Yo creo, señor juez, que no podía ni tenía derecho a pedirme más. Ese día, para mí, se convirtió en el más feliz de mi pobre existencia y hasta las margaritas que llevé olían diferente.

Hoy son tres meses de tal acontecimiento y las cosas siguen siendo raras, señor juez, tan raras que, de un tiempo a esta parte, yo no logro olvidar la vida y existencia de ese maldito y querido reloj. Es como que en cada noche su recuerdo vuelve a mí y en muchas ocasiones he sentido su presencia.

Mire usted, en algunas ocasiones he vuelto a ver al reloj. Siento que se sienta junto a mí, que se acuesta junto a mí y hasta que, de vez en cuando, levanta mi sábana y se dedica a halarme los pies. Siento, señor juez, que él no descansa finalmente. La otra noche pasé por la iglesia y le pedí al padre que diera una misa en honor a su memoria, claro, él, inicialmente, se negó, pero a la final lo hizo, y le dedicamos unas cuántas oraciones a mi inmemorial reloj, fiel cómplice de mi forma de matar el tiempo, víctima de mi ataque de no hacer nada, reloj, ex cantador del tiempo que pasa sin volver, cajita de recuerdos, soportadora de mi más grande crimen.

Pero ni con esas, señor juez y, mire, ese tic-tac sigue en mi conciencia. Entonces yo creo que con su música me está exigiendo que venga hasta usted y confiese mi crimen, para que sea usted quien finalmente decida mi destino.

En todo caso, señor juez, usted se servirá leer mi expediente y, si es el caso, aplicar todo el peso de la ley.

Aquí tiene usted. Mi declaración se titula “ASESINO POR DESESPERACIÓN”. Me acuso ante usted y ante todos los relojes del mundo.
Quedando usted En libertad de cambiar el nombre de mi denuncia en la forma que usted creyere conveniente.

En sus manos y con su venia, señor juez.

El juez tomó la palabra: Administrando justicia en nombre de la República y por Autoridad de la ley he quedado enormemente sorprendido al escuchar su declaración de carácter oral, por lo que ha sido necesario recurrir a su declaración escrita para llegar al fondo de todo lo ocurrido. Más, por muchas lecturas que he realizado, no encuentro justificación alguna a su grave falta. El orden de los acontecimientos sucedidos determinan su alto y total grado de culpabilidad. Pues no concibo como es posible que usted haya tenido la astucia y osadía de atentar contra un ser completamente sano y normal; un ser que gozaba de todas sus facultades físicas y mentales y haya atentado contra él propinándole un terrible sufrimiento hasta causarle su muerte. Deberá usted saber y aprender que la vida y el tiempo que él representaba son, por demás, sagrados.

Por tanto, y apoyándome en el artículo número 450 del Código Penal vigente, en su totalidad. Y, además, por contravenir en los incisos 1 y 2; que en resumen se refieren al asesinato con alevosía y ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido, en mi calidad de Juez de la República que usted pisa, y a las 21 lunas de un mes por demás sombreado, le otorgaré mi sentencia.

Le solicito ponerse de pie para escuchar:

Por su actuación ha sido usted declarado CULPABLE y le condeno a 12 años de intensa recolección de relojes dañados para su total reparación, para que ellos vuelvan a la vida con su salud restablecida. Además deberá usted prepararse durante todo este tiempo en técnicas sicológicas, a fin de que la salud mental y psíquica de estos bien logrados aparatos no sufra resquebrajamiento alguno y puedan formar parte de la sociedad como seres normales.
Con la facultad que la Ley me otorga doy a este juicio penal el carácter de “Cosa Juzgada”.
Notifíquese en su Casillero Judicial y publíquese en todos los medios de información de mayor circulación del país, para sentar firmes precedentes .
¡¡¡HE DICHO !!!

martes, septiembre 12, 2006

NOVEDADES DE ANGEL

El Sello ELANGEL Editor prepara novedades para fin de año, por eso mismo no he podido escribir en este tiempo en el blog, pero ahí les va algunos avances:

En la Colección "El Angel terrible" presentaremos el nuevo libro de Iván Oñate, un bello tomo con una poesía madura y fresca en base a una propuesta bien interesante.

La poesía de Franklín Ordoñez, un bello libro de amor y desgarro. Un mínimo tomo que está a las puertas del horno.

Los monologos de Viviana Cordero. Las últimas obras de teatro que fueron dirigidas por el escritora saldrán en un solo tomo. Las femeneidades distintas de María Magdalena y la Torera, personajes discimiles que Viviana hace hablar.

Por otro lado en la Nueva colección BOLSILLO DE ANGEL aprecerán:

La tercera edición del "El teatro de los monstruos" y "El paraiso de Ariana" de Viviana Cordero, así como "Todos los cuentos" de Elsy Santillán Flor.

Nuestro nuevo formato de bolsillo entra con pie bueno al mundo del libro.

Y ya circula fuera de colección el libro "El dios de la memoria" de Carmen Sosa Cevallos, que será presentado el día Viernes 15 de septiembre. Las apreciaciones críticas estarán a cargo de Soledad Córdova y Galo Mora Witt.

viernes, septiembre 01, 2006

LA TOYA TOBAR

Victoria Tobar,(ambateña 1943), escritora, activista y ejecutora cultural por más de cuatro décadas, colaboradora en la prensa hablada y escrita, como editorialista, articulista; participante en innúmeros recitales poéticos, en coloquios, paneles, incursiona también en el cuento, el relato, tiene seis poemarios publicados. Directora de la CCE Núcleo de Tungurahua, miembro de la Casa de Montalvo. Su último libro “Poesía despeinada” ha sido publicado bajo el sello editorial ELANGEL Editor, en la Colección “El Angel terrible” No. 3. A continuación una muestra al azar de su poesía:

Escena íntima

El fuego está dentro
retozando en una chimenea.
Afuera llueve.
El fuego está dentro
retozando en la piel.
Un gato ajeno a todo duerme.


Nocturno pequeñito

La noche
en el hogar
es una cobija
azul oscuro
que protege los sueños.
Lo contemporáneo
Estos versos son últimos
pero no finales,
son de temporada.
del tráfago reciente
como el pan.
Estos versos
son el preludio
de mi desconocida de mañana.
Mi victoria futura,
mi futura victoria.


Divertimentos

Los días se atropellan,
unos a otros.
Si siguen así,
la vida se acabará
muy pronto.
Las horas se pisotean
son las seis de la mañana
y recién desconecté mis neuronas
a las doce de la noche.
El vértigo es consuetudinario
y alborota en el despertador.

Mi siquiatra es un diccionario
Juego con las fichas más divinas del mundo.
Descubro mi ser primigenio, elemental, paradójicamente trascendente.
Son ellas las amo
No, no es cierto,
Adoro las palabras.

La gripe

Unos vulgares virus, me atan a las cobijas,
me pegan a las sábanas, me confinan a las reducidas dimensiones de mi cama.
Esta enfermedad es una delicia, solo: agua, limón y Saramago.
El cuerpo es una caja de sorpresas. El catarro una sucesión de espasmo jubilosos.
Y mis neuronas felices y excitadas con el Evangelio según Jesucristo.


Victoria

Mi nombre es un tema recurrente. Fastidioso
Fue difícil acomodarme a tan triunfal significado.
Solo después del medio siglo
aprendí a dominarlo,
supe que no es un título,
ni una convocatoria,
ni un apodo para disimular una derrota.
Solo un sonido usual, convencional, identificatorio,
….como todos los nombres…