viernes, abril 28, 2006

ABRIRME OTRA VEZ

Gracias a las muchas notas, cartas y pedidos para que "no me cierre" en mi propia voz y abra el blog para sus comentarios, he decidido hacerlo, luego de tratar de bloquear a los anónimos. Gracias por las cartas a mi mail, por los comentarios en otros blogs. Mucha gente se preocupó creyendo que los comentarios que yo había recibido eran por poco y amenazas mortíferas. Y la verdad sea dicha, en mi página de blog no recibí nada malo ni desagradable. Los anónimos escritos fueron hechos desde otra página de blog en la que amenzaban "darme duro", como en el poema de César Vallejo. Otro sujeto decidió cambiarme el apellido, burlándose de mi nombre. Entonces eso condujo al cierre de los comentarios a mi blog en vista de que la página donde se publica esos comentarios no tenía porque hacerlo.
Luego de pensarlo decidí, entonces, volver al ruedo. "Aquí estoy", como una vez dijo Neruda a Huidobro y a De Rocka, abierto al mundo. Para seguir adelante.

lunes, abril 24, 2006

LOS ANÒNIMOS Y MI BLOQUEO A LOS COMENTARIOS

No soporto los "anónimos". Los soporto si solamente son los que han escrito "Las mil y una noches" o a los que forman parte de una biblioteca universal. Ademàs que los "anònimos legìtimos" ya estàn muertos hace muchísimos años. Y a lo mejor, es muy probable que no quisieron ser anónimos, si no que la vida les jugó una carta escondida que no pudieron visualizar en su juego.

Ahora por medio de los mensajes de teléfono móvil, por los mailes, en los chats, en los comentarios de blog, aparece tanto anónimo ramplón, tanto enemigo que no da la cara, tanto cobarde irrisorio, tanto muerto de hambre por la carne ya hecha, tanto inepto, tanto verbo roído por el desprecio del habitante de fin de siglo, tanto energùmeno sin nombre que prefiero no leerlo en mi página, sacarlo de raíz de mi espacio.

Es una pena, realmente, que tenga que cerrar los comentarios de mi blog, pero lo hago por dignidad, porque yo siempre he dado la cara, he dado el nombre. Crèanme que lo hago con dolor, porque habrà mucha, muchìsima gente que quiera comentar mis escritos de manera acertada y justa, con verdadera crìtica y con una visión constructiva frente a lo dicho. Y asì ha sido. En las páginas de todos los diarios del país se me ha tomado en cuenta para la "crítica con nombre", con una firma que respalde, y no simplemente un "anònimo" que lo que pretende, en verdad, es fastidiar, injuriar, pinchar y hacer gritar, pero yo de este juego me salí hace algunos años. Ya respondì varias veces con "silencio" a varios detractores literarios con nombre. Siempre con nombre. Y siempre con silencio.

Hace algunos años, tambièn, mi amigo querido y enorme intelectual y polìtico, Pedro Saad Herrerìa, impidió que yo responda una crítica en algún periódico de la Capital. La crítica venía de cierto grupo de jóvenes no anónimos aunque inéditos y desconocidos absolutamente en la literatura de la parroquia, peor en la ciudad o en el paìs. Pedro rompió en pedacitos mi respuesta y me dijo que nunca responda a las críticas porque eso es caer en el "síndrome de Rocky". No entendì a que se referìa. Y sí, él estaba hablando de la película ganadora del Oscar, protagonizada por Silvestre Stallone, en los ochentas. El intelectual ecuatoriano, me decìa Pedro, suele pelear y siempre busca que le respondan. A lo mejor gane, a lo mejor no, pero para el ecuatoriano eso no es lo que importa, si no más bien pelear por pelear, polemizar, dejar al contrincante con ira, con desasosiego, con rabia, jugar con ese instinto nacional de la polémica infundamentada.

Entonces, desde allì, decidì no responder nada. Creo que Pedro me enseñó una de las cosas màs humildes y bellas del mundo: a callar. Por eso en este blog no se admiten comentarios.

Pero si el crìtico tiene rostro y nombre, puede escribirme a mi direcciòn electrónica: xoquendo@yahoo.com Leeré solamente aquellos mailes que tengan el respaldo del nombre. Los anónimos, que se queden asoleándose con la llama eterna, como los soldados.... desconocidos, claro.

sábado, abril 22, 2006

EN PALABRA DEL "TURQUITO"

Hace aproximadamente tres años, en la revista "textos" de la ciudad de
México, publiqué una entrevista con Jorge Enrique Adoum en la que hablamos
sobretodo de Carrera Andrade y su universalidad, pero tocamos algunos otros
temas. La entrevista se publicará en la Revista Cuadernos del Tungurahua para el
Ecuador, pero he decidido introducirlo al espacio del blog debido a que los
lectores, estoy seguro, serán otros.

* ¿Como bien dice su poema Ecuador (La geografía): «Es un país irreal, limitado por sí mismo». ¿Siente, efectivamente, que el Ecuador es un país imaginario, como la línea que nos traspasa y que nos puso un nombre «sin pedirnos permiso», siquiera?
—Allí me refiero a un problema de identidad. Hace cincuenta años, con ocasión del conflicto militar con el Perú, el embajador de Brasil nos aconsejaba «tener piel», o sea existir dentro de ella. Porque hasta entonces no nos habíamos planteado un proyecto de país: algo hizo en ese sentido Benjamín Carrión, buscándole un destino en la cultura, ya que no en la economía ni, evidentemente, en las armas. Tampoco lo hemos hecho debidamente después de él y aunque la responsabilidad es de todos, recae directamente en los dirigentes políticos, en los gobiernos, en los que, se supone, debían definir al Ecuador como nación.
* ¿A qué atribuye el hecho de que no haya un gran escritor ecuatoriano de gran talla internacional... Y si tal vez lo hay, y si lo hay, por qué no es lo suficientemente reconocido en el mundo?
—Creo que hay más de uno. Viviendo en Europa, conociendo más de cerca su literatura y tratando de leer al mayor número posible de autores, hallé que, comparativamente y sin fatuidad patriótica, algunos poetas y narradores ecuatorianos estaban a su altura y, en algunos casos, la suya era mayor. Mas sucede que el país no constituye un pedestal suficientemente alto para que la figura que en él se yergue sea visible a la distancia. Cuando Casa de las Américas, de Cuba, publicó, en 1970, una antología de cuentos de José de la Cuadra —treinta años después de su muerte—, hubo extrañeza y asombro entre algunos críticos de México, Argentina, Chile, que no lo conocían. Si César Dávila Andrade, por ejemplo, hubiera nacido en uno de esos países, el reconocimiento de su poesía habría sido, por lo menos, continental.
* Usted es sin duda, nuestro más alto escritor vivo. ¿Cómo se siente con esta responsabilidad, frente al mundo?
—No soy el más alto escritor vivo del país sino, ahora, el más viejo. De modo que mi responsabilidad tiene otro origen: tratar de encontrar nuestro destino en nuestra historia, hacer que se realice, y mostrarlo, junto a otros que se han impuesto la misma tarea, de la mejor manera posible. O sea que, frente a mí y a los demás, la responsabilidad enorme e interminable de aprender a escribir.
* ¿Qué aportes considera que entregó (si así lo hizo) la literatura ecuatoriana a la gran época de la vanguardia en América Latina?
—Creo que el aporte ecuatoriano más importante a la literatura de Latinoamérica fue el de los narradores de los años 30: algunos narradores chilenos —Luis Durand, Mariano Latorre...— me dijeron haber aprendido de ellos la audacia de la forma: algo como un primer grito de independencia del lenguaje. La vanguardia ecuatoriana, representada por la poesía, se incorpora —con igual mérito que el realismo, prácticamente contemporáneo de ella— a la de Perú, Chile, Argentina, México..., aunque después no insista en esa actitud y busque otras formas, incluso, como Gonzalo Escudero, las más antiguas de la poesía clásica española.
* ¿Y al boom latinoamericano? Como le suena aquello de que entre Fuentes y Donoso se inventaron un «Marcelo Chiriboga» para suplir la ausencia de un escritor ecuatoriano?
—Chiriboga aparece, por primera vez, como personaje, en El jardín de al lado, de Donoso, quien lo hace desaparecer, como persona, en Donde van a morir los elefantes, con la transcripción de una supuesta nota sobre Chiriboga, tomada del obituario de El País. Fuentes, en cambio —que lo retoma diez años después de su aparición literaria en Cristóbal Nonato— en Diana, cazadora solitaria, más cercana a la autobiografía que a la novela, se refiere a él como a una persona real, con datos sobre su ocupación, su salud y la preocupación del autor por su situación económica. (Creo advertir, en ambos, cierto tono burlón referido, me parece, no sólo a esa ficción literaria sino al país real). Fuentes me dijo que fue una invención de Pepe Donoso, y que «era el autor que le faltaba al boom», aunque jamás existió. Parecería que se trataba, más bien, de completar, geográficamente y con humor —recuérdese la Historia personal del boom, de Donoso—, el grupo que contaba ya con representantes de México, Colombia, Perú, Argentina, y que los editores trataban de ampliar buscando otros en Cuba, Uruguay, Paraguay y Chile. Se me ocurre que ese personaje, con otro nombre, igual habría podido ser boliviano.
* ¿Cómo uno de los grandes conocedores de la literatura del país, debe tener una amplia visión sobre los escritores del Ecuador, cree en ellos, por qué?
—Porque son, realmente, escritores, algunos de ellos muy serios, entregados por entero a su oficio, entendiendo, lo que no siempre estuvo claro, que el «compromiso» es, ante todo, con la literatura; o ensayando formas nuevas —a veces sólo por un afán de originalidad— que no siempre logran adaptar lengua y lenguaje a una concepción seria de una literatura otra, pero contribuyen a proponer nuevas actitudes frente a ella. Me parece que se ha generalizado cierta despreocupación, si no menosprecio, por los problemas, incluso de forma y de escritura, con el temor de que prospere esa predilección por la literatura light, acompañada de un artificial éxito comercial fabricado por razones y medios extraliterarios.
* ¿Considera a Carrera Andrade a la altura poética de un Huidobro, de un Neruda, de un Parra, de un Guillén, de un Lezama?
—Sí, por diferentes que sean, aunque no creo en ese tipo de valoración comparada. Carrera Andrade es el único poeta que, a diferencia de Homero y Borges, por ejemplo, no habría podido ser ciego: ve las cosas y las cosas ocultas tras las cosas, que son, junto al ser humano y el paisaje, el tema de su poesía: por algo el símbolo predominante de ella es la ventana. Y sabemos que Carrera Andrade es el dueño absoluto de la metáfora, a quien uno siente ganas de pedir permiso para emplearla.
* ¿Cite tres nombres del Ecuador a quienes consideraría de verdadera valía internacional, y que no han podido salir de las fronteras?
—Creo que Pablo Palacio, José de la Cuadra, Javier Vásconez han llegado a algunos círculos de especialistas, más que a esa entidad discutible y variable a la que llaman «público en general». Fuera de ellos, habría que pensar en Dávila Andrade, ya citado, en Raúl Andrade y en Francisco Granizo exclusivamente como poeta.
* Usted, como el escritor vivo más representativo del Ecuador, que aconsejaría a sus colegas para que el Ecuador pueda tener una mayor resonancia literaria en el mundo?
—No tengo autoridad alguna, menos aún en ese ámbito, para aconsejar a nadie.
* ¿Qué autores del mundo le habría gustado que nacieran en el Ecuador?
—Solamente aquellos de quienes fui o soy amigo, para disfrutar de su compañía, de su saber, de su conversación enriquecedora. En cuanto a los demás, agradecido por lo que su obra me ha dado, ¿por qué querría imponerles los dolores, los sacrificios, las carencias y limitaciones que supone haber nacido aquí?
* ¿Cree que ser ecuatoriano aporta algo al engrandecimiento de la literatura, o la patria son los amigos, las palabras, el barrio...?
—Habría que ser, más que presuntuoso, tonto para creerlo. Claro que la patria son la infancia, el barrio, las palabras, los lugares y, también, a veces, la esperanza de que este país llegue a ser el país que uno quisiera tener como origen y destino.

ADOUM Y NUESTRA ESPERANZA

En Noviembre del 2004 tuve la suerte de presentar a
Jorge Enrique Adoum en un acto oficial en la Casa de la Cultura de Tungurahua, a
propósito de la nominación que se la hiciera para el Premio Cervantes. Hoy, a
propósito de la publicación de los seis tomos de sus obras (in)completas he
decidido revisar este texto y desempolvarlo para el blog.

Solo el fútbol, el peligro de guerra o la figura de algún tristemente célebre político a quien desalojar del país en colectivo, nos ha convocado a todos los que habitamos y queremos a esta Patria.
El país siempre se une por una causa, por hacer de un símbolo nuestro, un símbolo universal, un símbolo que brille más en todos los estamentos.
Adoum es ya un símbolo de nuestro país: el hombre, la vida y la obra de Jorge Enrique es ahora ese delicioso pretexto de unión.
Jorge Enrique es el escritor vivo más importante de nuestro Ecuador. Y deben ser muy pocos los que lo dudan. Prolífico escritor que con una envidiable calidad en la escritura y una impecable vida literaria, ha conseguido la admiración de sus lectores, de aquí y de más allá.
Crítico y amante de nuestro Ecuador, fragmentado y mutilado por la historia de siglos, aquella, que como él mismo dice: Es la de “…un país irreal limitado por sí mismo…”. Este país de gente ingobernable, de gobiernos corruptos y oscura identidad; pero también este país de la tierra para todos, de la tierra en que todo crece, en que todo se va haciendo grande y frondoso y duradero. Una tierra que no deja de generar y se regenera en sí misma, y así, en ella, van cultivándose los hombres y las mujeres que un día verán en su país un camino endeble pero resistente; corto, pero a la larga, largo; líquido pero con espuma; fatigante pero sitio de descanso.
En este país nació Adoum. Adoum que lo vio de lejos y decidió regresar; Adoum, que lo acarició con su verbo y lo dejó respirar; Adoum que acudió a sus más gratos e ingratos acontecimientos. Con la historia de Adoum, se puede formar una historia del país.
Los hijos verdaderos de este país nunca han dejado abandonado sus laderas repletas de verdor, sus mares eternos e invulnerables, su magia ahíta de corazones ágiles, dúctiles, hambrientos de cadencia y suavidad.
Si paseamos los ojos y la sensibilidad por la poesía de Adoum, entonces el mundo se abre, y en el centro siempre es el Ecuador, sus pasillos que albergan un pentagrama sagrado, su geografía y sus héroes, sus luchas y esos hombres y esas mujeres que no se dan por vencidos.
Cada día nacen cientos de niños en estas tierras amarillas, en las que habitó el oro y la canela, en las que las nubes escriben la geografía de la atmósfera. Esos niños verán fútbol, y verán ganar o perder a su equipo tricolor; y verán florecer el maíz y los tulipanes; y verán caer presidentes y verán como los vientos chocan en Cochasquí, y como las frutas se maduran en Ambato, y como el mar da permiso a las costas en las playas enormes de la nación. Esos niños deberán leer a Adoum, tarde o temprano, y con él crecerán y se ramificarán, y el aire les dará nuevas esperanzas, nuevas fuerzas.
El sol, con Adoum, en los nuevos hombres y en las nuevas mujeres del antiguo Reino de los Quitu-caras, quemará sus heridas tatuadas desde el nacimiento. Adoum ya ha pagado su deuda externa y su deuda interna. Él está para el resto, allí están sus libros, sus artículos, su conversación deliciosa. Allí su espíritu, su aire de niño, su cosmopolitismo. De él surgirá el cauce para nuevas aguas.
El ecuatoriano tiene muchos complejos: no creemos ni en nosotros mismos ni en otros horizontes. Creemos que el mundo acaba en donde comenzó: en nuestra casa de niños, en nuestras aulas dormidas con las pizarras verdes de los años floridos. Pero Adoum me ha enseñado que el mundo es grande, que a los amigos y a la tierra se los lleva con uno, que lo que uno logra en la vida es para el resto, para hacer país. El país no es territorio, no es figura de estado, es uno mismo y es uno en el resto.
Jorge Enrique, figura de la que estoy orgulloso; hombre de agallas, escritor primordial en nuestro territorio castellano, hombre entregado a los sonidos y a las arbitrariedades lingüísticas, puede llegar, por auténtico, por talentoso, por humano, a ser el nuevo escudo de nuestra patria dormida, de nuestro país, en el que, lamentablemente, hemos dormido con el enemigo dentro de casa. Nosotros somos la enfermedad y la cura. Si unimos la causa, veremos el efecto.

viernes, abril 21, 2006

¿UNA NUEVA GENERACIÒN?

Últimamente los poetas jóvenes están incurriendo en la idea de que hay una nueva generación de poetas que va a "romper con lo establecido" y que los nacidos cinco o dos años antes que ellos ya son "harina de otro costal", ya están condenados al olvido, ya han sido juzgados con el juicio final del olvido.

La verdad es que siento que hay una absoluta ligereza en la idea de las generaciones en la literatura de este país, en los discursos de los "nuevos".

Me interesa mucho el tema generacional, y más aún el de la "periodización generacional" que en nuestro Paìs supo llevarlo muy bien el crìtico Hernán Rodríguez Castelo.

Pienso que los nuevos poetas estàn confundiendo "grupo" con "generación" y esto es grave. La periodización en la literatura ecuatoriana tiene dos vertientes importantes. La que sustenta Hernàn Rodrìguez Castelo (y la prefiero yo) y la de Juan Valdano, el escritor e intelectual cuencano.

Rodríguez Castelo plantea un periodo de 15 años entre generación y generación, es decir un espacio de tiempo preciso, claro que tiene mucho riesgo hablar de que al final de esos 15 años se acaba la generaciòn, por ello es que se habla de "autores puente", tanto al comienzo de una periodizaciòn como al final de la misma. Esta periodización fue propuesta por el gran filósofo español (hombre al que admiro mucho) Ortega y Gasset. Lo interesante es que esta periodizaciòn coincide muy curiosamente con la historia de nuestra literatura. Y no solo en la literatura si no, según Rodriguez Castelo (quien lo està probando), en nuestra historia republicana y en nuestra historia de la pintura. Y con la de España también. Fíjese no más como en los años de nacimiento de los integrantes de la "Generaciòn del 27" hay 14 años de diferencia entre el más joven y el mayor del grupo.

Es así que los años no mienten. Y claro, la matemática y el tiempo se vuelven los puntales de la reflexión de las generaciones.
Según Ortega y Gasset, cada treinta años nace una gran generaciòn que se ampara en el puente de la anterior y deja el camino a la siguiente.

El tema nace a propósito de las extrañas ideas de los "nuevos" poetas o de los "Jòvenes" o de los iniciados que dicen haber "fundado" una nueva generaciòn que rompe con el cánon de la anterior. Pero yo pregunto ¿que cánon y que generación? Esto es solo producto de la "calentura juvenil" pero, por suerte, como decìa Enrique Jardiel Poncela: "la juventud es un error que se corrige con los años".

¿Hay efectivamente algún juicio que despegue claramente una generaciòn de otra? o ¿Hay un discurso distinto? Esto es problema de los "nuevos", de los "de-generaciòn nueva". Al fin y al cabo solo la poesìa se sostendrá en la generación que le de la gana. Hay tantos "jovencitos-viejos" en nuestra literatura y tantos viejos absolutamente jóvenes que lo de la generaciòn ya resulta un cuento.

jueves, abril 20, 2006

Un 14 de Abril, un tal Montalvo... (Un homenaje improvisado)

Hace poco se celebró el día del maestro. En el natalicio de Montalvo se festeja, curiosamente, a los profesores fiscales, municipales, a los que algo enseñan de la ciencia, a los sumergidos en la cátedra, los que tienen ganado el más dificil y pobre salario de todos los oficios: el que se presta a la educación.

Pero hay que hacer acuerdo que Montalvo nunca fue un profesor. Jamás enseñó en un centro educativo. Su función como "Maestro" fue otra. Otra más solitaria, sin alumnos ni discípulos, en una infinita soledad, en un caminar polémico para con la Patria, para con los gobiernos de su país, para con el idioma y para con el ensayo.

Hace unos días trataba de explicar a mis alumnos, precisamente, la diferencia entre un maestro y un profesor. Un catedrático y un escritor bien podría darnos un par de buenas ideas sobre estos juicios conceptuales. El primero enseña lo que el otro hace. Podría ser así. Einstein no fue un profesor genial, pero fue un maestro genial que ahora da trabajo a los profesores de física. Entonces Juan montalvo sería la materia prima de un profesor de literatura, pero además de ética, de moral, de civica, de historia. una cosa es el día del maestro y otra el del profesor y entre el uno y el otro hay un continente.

Aunque, sin embargo, tengo en mente los nombres de mis grandes profesores, por ejemplo, así como los de grandes "profesores-maestros" y grandes "maestros-profesores" que "no es lo mismo, pero es igual". Me pregunto cómo sería recibir filosofía de la boca de Ortega y Gasset o preceptiva literaria por parte de Damaso Alonso y Carlos Boussoño o música a cargo de Federico García Lorca, o políticas culturales a cargo de Benjamín Carrión, o redacción por Alfonso Reyes. Allí no sé cuál sería primero, si el profesor o el maestro.

Sus libros y el recuerdo de su mensaje se queda en nosotros. Ellos, los profesores y los maestros, nos los dieron en deliciosas dosis. A ellos, a los conocidos y desconocidos, mi saludo.

miércoles, abril 19, 2006

EL ANGEL DE LOS LIBROS

El vicio de editar libros persiste en mí. Luego de seis años de haber publicado casi 40 libros en el bello y siempre trunco proyecto de b@ez.oquendo.editores, la aventura continúa.
EL ANGEL Editor es el nuevo sello que estoy comandando. En menos de 4 meses ya han aparecido 5 títulos hermosos. Dos de Fausto Arellano Guerra, el escritor oculto, radicado en USA, que ha decidido, en su madurez literaria y de vida, sacar a relucir sus logradas obras: Un libro de cuentos "De la ciudad y otras esquinas" y la bellísima novela infanto-juvenil "El castillo de los monstruos de chocolate" ya están en circulación en las librerias.
Dentro de la colección "El angel terrible" han aparecido bellos libros troquelados, en fina cartulina, en donde se ha publicado dos de los seis primeros libros que están a la espera: el bello ensayo de Lucrecia Maldonado "Érase un niño que un día descubrió el aire de la calle (una visión personal personal de las canciones de Serrat", y el poemario del nobel poeta, sobrino nieto de Paco Tobar García, Rafael Tobar "En piel de otro". Por último en un bello formato y en una fina edición, salieron los dos poemarios de una voz nueva de la poesía ecuatoriana Francisco Costales y sus dos títulos "El santuario de las notas azules" y "Estancia vital de la penumbra".
El buen gusto de los libros, la selección de los autores y el trabajo de edición son parte de mi faena común y d elo que tengo que cuidar en los tomos de El Angel.
El Angel Editor me abre nuevas puertas, nuevos panoramas, nuevos mundos. Y sobretodo, nuevos libros. Cada vez que edito uno de ellos pienso en Borges y aquella deliciosa frase que nos martiriza a los bibliofilos (lo parafraseo): con cada libro que nos venden, deberían vendernos el tiempo pra leerlo.
El nacimiento de un libro es, quien sabe, el nacimiento, también, de algún lector más, y eso ya es un aporte a la humanización de este pobre mundo al que quisiéramos arreglarle las costuras con poemas.
Además en este nuevo sello que dirijo hay un ángel que lo cuida. Un hijo mío que lo mira de lejos. Y, como diría Rilke, "Todo ángel es terrible". Ni más ni menos.

martes, abril 18, 2006

LECTOR DE BLOGS

En este último tiempo me he dedicado a explorar la virtualidad de los blogs del Ecuador. En ellos he encontrado mucha más información que en cualquier periódico de nuestro país y en sus páginas culturales. Y gracias a ellos (a las referencias que de ellos hacen) he vuelto a la lectura de periódicos; entonces el blogs se ha convertido en algo así como un referente de la lectura de un habitante postmoderno que avanza en el desorden del mundo virtual. Los blogs se han vuelto algo así como un ordenador del caos.

Me acerco con constancia a leer el blogs "masalladeloslibros" de Eduardo Varas, un agudo y talentoso guayaquileño a quien no conozco personalmente y de quien he tenido estupendas referencias de amigos del Puerto. Su blogs me interesa de hecho. Por su información actualizada, su crítica aguda y firme (esa personalidad aplastante y ese rigor bastante bifurcador). Me gusta la página de Varas. He seguido el cine en los buenos blogs de algunos talentos ligados al celuloide. Y me interesan también los chismes. Debo confesarlo: el chisme y el cotilleo es alpiste que calma el hambre, cuando uno quiere descansar de lecturas y ejercicios literarios.

Ahora quiero ensayar. Otra vez vuelvo a las confesiones: soy torpe para la tecnología. Tengo miedo de equivocarme en este camino, pero lo voy a hacer porque además tener uno de estos sitios virtuales te obliga a escribir, a revisar cosas inmediatas dentro de la literatura y su mundillo (su fauna) y, por lo tanto, analizarte a ti mismo, ser tu propio sicólogo literario. Yo mismo me doy la bienvenida. Espero de corazón que no haya despedida tan pronta. Me abrazo. Y ahora le doy la bienvenida a algún futuro lector que venga hasta esta ventana mía y me lea. Porque así es la lectura, como la vida... un caminar, una retroalimentación. Nos bienvenimos, entonces....